jueves, 21 de mayo de 2009

MARIO VARGAS LLOSA Y SU LABERINTO....

Bueno, por siacaso, este tema es para aquellos que se deleitan con la lectura, aquellos que leen y su imaginación vuela - claro que sin troncho ni jaladas ni trago - y sienten un especial placer ¿casi sexual? al leer.
La lectura es una magia que tiene el ser humano dentro de sí que le permite, con la lectura, transportarse en el tiempo a lugares remotos o en situaciones mágicas, es por eso que les ofrezcos las dos amplias entrevistas del gran escritor Mario Vargas Llosa, que acaba de dar a dos conocidos periodistas de la gran Lima y publicadas en sendos diarios de circulación nacional.
Obviamente, cientos y miles podrán discretar con sus opiniones políticas y hasta podrán criticar su reconciliación con Alan García, luego de la feroz campaña electoral del año 90, pero Mario, exhibe su grandeza y ha tendido un ramo de olivos al Presidente, para aunar esfuerzos en esta lucha, sin cuartel, contra la pobreza, la miseria y el hambre en nuestro Perú.
En los diálogos habla de todo y con todo, como dicen las promociones de los programas politicos "no se guarda nada":


"Me importa mucho que el Perú no vuelva a tener una dictadura"


El Partido Socialista Unido de Venezuela, proclive a Hugo Chávez, ha advertido que lo expulsará si usted, en su próximo viaje a Caracas, trata de desprestigiar al gobierno venezolano.

Yo espero que no sea así.

Venezuela siempre ha sido un país muy hospitalario y espero que lo siga siendo. Estamos yendo a una reunión donde se van a exponer y discutir ideas. Nadie está yendo con ánimo terrorista ni mucho menos.

Lo que habrá es básicamente una exposición intelectual y estoy seguro de que eso no tiene por qué asustar a nadie.

Ellos dicen que lo expulsarían si usted critica al gobierno de Hugo Chávez.

Bueno, yo tengo mis ideas y mis ideas yo las expongo con toda libertad donde esté.

Siempre las expongo, además, con decoro; y desde luego que lo voy a hacer en Venezuela también.

Estoy invitado por venezolanos, con una institución con la que tengo una relación muy antigua y que me parece admirable porque defiende, justamente, las mismas ideas que defiendo yo: la democracia, la libertad, la coexistencia pacífica, de rechazo de toda forma de violencia en las relaciones humanas y en la actividad política. Y esas ideas creo que son ideas respetables en cualquier país, incluido Venezuela.

Es decir, usted no se corre ante esa advertencia.

No. Es una advertencia hecha, supongo, en medio de la candela política. No sé ni siquiera quién la ha hecho. He visto el cable, pero no le he dado mayor importancia.

El título Sables y utopías resume la fuerza, la dictadura, la violencia y los sueños…

El sueño, pues, tiene sesgos diferentes. Hay sueños positivos, benignos, bienhechores que, creo, son los que se expresan en la literatura, en las artes. Hay sueños políticos benignos, idealistas, generosos, pero también hay sueños malignos: hay sueños violentistas, autoritarios, racistas, intolerantes en materia política, religiosa.

Todos esos son temas que aparecen en el libro, por eso el título es una buena carta de identidad para esa colección de ensayos. Quisiera, de todas maneras, señalar que esta selección es hecha por Carlos Granés, un ensayista colombiano que conoce muy bien mi obra. Los textos aparecen tal como fueron publicados, por eso muestran una evolución de mi pensamiento.

Por ejemplo, la carta abierta que dirige a Juan Velasco Alvarado. Por allí queda ese amorcillo por la revolución de las Fuerzas Armadas.

Digamos que por la idea de las reformas sociales, pero desde luego son reformas que muy poco tiempo después, precisamente por el fracaso clamoroso que tuvieron, me llevaron a revisar ese tipo de supuestas reformas liberadoras como la reforma agraria.

En fin, el libro me parece que muestra con bastante claridad la evolución de un pensamiento social y político, más que literario.

Esta tarea de compartir el oficio de escritor con el personaje público de opinar en política, ¿no le fatiga?

A ratos me fatiga pero, digamos, no podría hacer otra cosa. Yo soy así. No soy el tipo de escritor que se va a encerrar en su escritorio y va a olvidarse del mundo circundante. Hay escritores que lo hacen, pero no es mi caso. Yo necesito estar involucrado de lo que ocurre a mi alrededor.

Aunque la literatura es lo más importante para mí, yo no puedo disociar la literatura de una cierta intervención en la vida pública, en el debate de ideas. A mí me preocupa mucho lo que va a pasar con el Perú. Me importa mucho que el Perú no vuelva a tener una dictadura. Me importa mucho que mejore la vida de los peruanos. Quisiera, antes de morirme, ver a mi país realmente enrumbado en la buena dirección. Bueno, si esas cosas me importan, es imprescindible que yo de alguna manera participe. Por eso hago periodismo, por eso intervengo en actividades públicas; pero lo fundamental para mí sigue siendo la literatura desde luego.

En el libro habla del nacionalismo. ¿El nacionalismo contraataca cíclicamente?

El nacionalismo es una peste. Es una peste del siglo XX. El nacionalismo provocó las dos peores catástrofes de la historia de la humanidad, que son las dos guerras mundiales; y en América Latina ha sido una fuente de desastres.

Ha llenado de sangre la historia de América Latina; la ha llenado, además, de armas. Es el gran pretexto para que los países gasten los recursos que deberían gastar en educación, en salud, en infraestructura, comprando bombas y aviones. Cada vez vemos cómo resucita esa mentalidad nacionalista estrecha que si es absurda en cualquier parte, lo es más en un continente como el nuestro, donde los denominadores comunes son infinitamente que las diferencias y divergencias.

¿Por qué combate el nacionalismo?

Yo lo combato desde muy joven porque creo que en eso siempre he mantenido una constancia. Nos ha hecho un inmenso daño y nos sigue haciendo muchísimo daño.

Es, por desgracia, un problema que se da en toda América Latina. Europa, que ha sido un continente ensangrentado por el nacionalismo, ha conseguido romper esos viejos prejuicios, unirse.

Los enemigos de siempre se han unido y ahora trabajan juntos, y van desapareciendo las fronteras entre ellos. Ese es el ejemplo que nosotros tendríamos que seguir. Entender que los grandes problemas que tenemos no son los países vecinos, sino el hambre, la pobreza, el atraso, la falta de educación, la falta de salud. Esos son los grandes enemigos.

¿Cómo explica que a propósitos de elecciones democráticas surgen dictaduras?

En algunos casos por la ignorancia y en otros casos por la inmadurez política de los países. ¿A ti no te parece absolutamente extraordinario que la hija de un dictador que acaba de ser condenado a 25 años de cárcel por crímenes contra los derechos humanos, que ha saqueado al país en actos flagrantes de inmoralidad pública sea la candidata que tiene más chances según las encuestas de opinión? Eso revela unos niveles de inmadurez políticas terribles. Por eso creo que las personas, digamos, más lúcidas tendrían la obligación de participar en debate cívicos para impedir que la pasión, la frustración, el resentimiento lleven al Perú una vez más a los desastres que han sido todas la dictaduras en nuestra historia, sin una sola excepción.

¿Cómo ve el Perú actual?

Creo que el Perú está bien enrumbado ahora, tenemos periodos buenos de crecimiento económico.

La democracia está funcionando, las instituciones están funcionando... de una manera imperfecta, por supuesto, pero ahí están. Sería monstruoso que retrocediéramos una vez porque ya sabemos que los retrocesos traen catástrofes que no solo son económicas, sino son políticas, morales. Creo que es muy importante que el Perú no retroceda una vez más.

Hablando de vecinos, ¿Perú ha hecho bien en llevar el problema limítrofe con Chile a la Corte Interamericana?

Perú ha hecho muy bien. Esa es la manera civilizada, pacífica, democrática de resolver los conflictos internacionales cuando no se pueden resolver a través de una negociación. Lo ideal es que se resuelvan a través de una negociación bilateral, pero si no ha sido posible, el método pacífico es éste, recurrir a una instancia que los dos países respetan y van a acatar, pues eso desarmará la excitación, la demagogia en la que siempre el nacionalismo trata de sacar provecho.
¿Qué debemos hacer?

No debemos dejar que esta confrontación prospere, porque solo puede traer perjuicios a los países implicados. No podemos gastar todo nuestro presupuesto comprando armas.

Eso es un disparate. Eso hay que denunciarlo como algo que sería inmensamente perjudicial para el Perú.

Y Chile tampoco debe gastar como está gastando en armas. Esa es una gran insensatez y solo puede favorecer a quienes están interesados en utilizar la carta de nacionalismo por intereses políticos o sectoriales. Lo que debemos hacer, más bien, es trabajar por un desarme progresivo de nuestros países para poder, en colaboración, invertir los recursos que tenemos en derrotar el subdesarrollo.

¿Es eso posible?

Sí, es algo perfectamente posible entre países democráticos; y hoy tenemos países democráticos, por lo menos en Chile y en Perú.

De Bolivia no se puede decir que sea muy democrático. Digamos que es una democracia bastante imperfecta por desgracia, pero aún lo sigue siendo, de modo muy primario. Pues si es así, hay que utilizar los recursos de la democracia para eliminar de una vez por todas las secuelas de esa trágica guerra.

Cree en un retorno de Alejandro Toledo?

Sí, creo que Toledo será un candidato importante, estará entre los candidatos principales sin ninguna duda. Me parece que él ha dejado de todas maneras una base de popularidad. Hoy se reconoce que, hechas las sumas y las restas, su gobierno fue un gobierno bastante positivo. El Perú se enrumbó en una dirección que mantiene afortunadamente este gobierno, de tal manera que sí, Toledo va a ser un candidato importante.

“Ojalá que Gastón Acurio entrara a la vida política”

El reconocido chef Gastón Acurio acaba de declarar que ser de izquierda es un deber moral en el Perú. ¿Se está incubando un posible líder outsider?

Bueno, él es un empresario extraordinario, aparte de ser un gran cocinero, un gran chef. Estoy seguro de que si se lanza a la actividad política, tendrá éxito. Es joven, un realizador, una persona que tiene gran capacidad de trabajo, tiene talento. No me extraña que Acción Popular quiera convertirlo en su candidato,

¿Usted cree que cuenta con sus buenos vientos?

Ojalá él entrara a la vida política. Alguien como Gastón Acurio, estoy seguro de que atraería muchos jóvenes por la imagen que tiene de hombre exitoso, realizador.

¿Por qué?

Porque es un hombre, además, que se ha hecho por sí mismo y ha mostrado, por una parte, un gran talento en su oficio y al mismo tiempo sabe administrar muy bien su propio talento. Es decir, es una imagen que podría ser una imagen exitosa en el campo de la política.

Chavistas no lo quieren en Venezuela

El dirigente del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) David Medina advirtió que el presidente venezolano Hugo Chávez podría expulsar de ese país al escritor Mario Vargas Llosa si este critica al régimen, cuando la próxima semana participe en un debate sobre libertad y democracia en Caracas.

Vargas Llosa participará en el coloquio “El desafío latinoamericano: libertad, democracia, propiedad y combate a la pobreza”, que realizará el Centro Liberal de Estudios de la Economía el 28 y 29 de mayo. También participarán Jorge Quiroga, Jorge Castañeda, Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza.

“Queremos advertir a estos intelectuales que están próximos a venir al país. Estas personas vienen a provocar, a armar un escándalo, y de alguna manera quieren integrarse a una campaña de desprestigio por el asunto de la libertad de expresión”, declaró Medina. Agregó que si por eso Chávez decide expulsarlos, ellos apoyarán la medida.


“La civilización de nuestro tiempo es muy frívola”

Además de nuestro mejor novelista, Mario Vargas Llosa es un intelectual riguroso y coherente y, por ello, es respetado mundialmente.

Acaba de publicarse una reunión de sus artículos, desde los años 60 hasta el presente, en los que seguimos los cambios en sus ideas respecto a la política, a Latinoamérica, a la cultura y a otros temas. Sables y utopías está en librerías a 64 soles.

Dice Mario Vargas Llosa:

"Esta selección de artículos fue hecha por un escritor colombiano, Carlos Granés, que trabajó con completa libertad. No los he corregido –excepto alguna errata– y tampoco he cambiado ninguna idea.

Son textos escritos a lo largo de muchos años en los que hay opiniones muy diversas, por supuesto, pero me pareció que era mejor presentar todo tal como fue escrito para mostrar una evolución, un cambio de opiniones políticas, literarias, etc.

Es una especie de autobiografía que se ha armado sola y que ha sido editada por Granés", explica acerca de Sables y utopías, libro que reúne artículos suyos desde los años 60.

¿Por qué la necesidad de reunir en un solo volumen su pensamiento sobre América Latina?

No fue una idea mía. Yo había pensado hacer una recopilación –las he hecho antes–, pero esta fue una sugerencia de mi editor.

Y yo propuse que lo hiciera alguien con otra perspectiva, para lo cual pensé en Carlos Granés, porque él escribió una tesis en la Universidad de Madrid sobre mis ensayos. Me interesó mucho porque era una tesis muy personal y creativa.

Acaba de fallecer Mario Benedetti. Usted lo conocía y también polemizaron.

Fuimos muy amigos. Lo conocí en los 60. Le tuve siempre afecto y admiración, aunque discrepé profundamente con él por razones políticas. No solo me pareció siempre un buen escritor sino un intelectual honesto, un hombre siempre coherente entre sus convicciones y su conducta, a diferencia de otras personas, sobre todo en el campo intelectual, que usaron mucho sus convicciones para medrar.

Usted escribió un artículo llamado 'El intelectual barato’. ¿Cree que esa es una costumbre latinoamericana?

Él no fue un intelectual barato.

Y eso se da en todas partes, pero creo que más en América Latina por la pequeñez del mundo intelectual, donde existe la sensación de que, si un escritor o intelectual tiene éxito, cierra la puerta a los demás. Eso no es cierto.

En Francia o en Inglaterra hay debate intelectual por supuesto y, también, pequeñeces humanas, como en todas partes, pero nunca se alcanza esa mezquindad de los países pequeñitos, que envenena el mundo intelectual, aunque también el mundo artístico y toda profesión.

¿En qué medida su evolución ideológica afectó sus novelas?

No lo puedo saber. No tengo suficiente distancia. Creo que ha habido una constante en mí: cuando he querido defender determinadas ideas o valores políticos o culturales, he escrito artículos, ensayos o he dado entrevistas.

Cuando he escrito cosas creativas –novela, cuento, teatro–, no diré que he prescindido de mis convicciones, pero he buscado desarrollarlas menos subordinadas a la actualidad. Creo que la literatura, el arte en general, dependiente de la actualidad es efímero y, muchas veces, fracasado.

La labor creativa debe tocar experiencias más permanentes que trasciendan lo puramente político, que es lo más actual que existe y, por lo mismo, lo más efímero. En los años 60 estaba obsesionado por la novela total; en los 70 encontró el humor pero, últimamente, sus novelas muestran personajes que persiguen la utopía, como Gauguin o Flora Tristán, así como la que está escribiendo ahora, sobre Roger Casement, este independentista irlandés.

Creo que la búsqueda de la novela total está siempre ahí, en todo escritor, consciente o inconscientemente. A diferencia de un género como la poesía, que es el ideal de perfección, que puede ser condensado en un texto muy breve, la novela que ocurre en el tiempo lo empuja a uno hacia la totalidad; aunque, por supuesto, ninguna novela la alcanza.

Pero, además, ese ideal se ajusta a una temática. Hay historias que requieren de un formato más pequeño; por ejemplo, Travesuras de la niña mala. En cambio, la novela sobre Flora Tristán y Gauguin (El paraíso en la otra esquina) o la de Trujillo (La fiesta del Chivo) están más dentro de las que escribí en los años 60, que buscan más visiblemente esa totalidad.

Quizá también es el caso de la novela que estoy escribiendo ahora. Su interés literario apunta ahora a utopías personales que, quizá, fracasan...Pero el intento crea una grandeza siempre. Claro que es el caso de Flora Tristán o de Gauguin, que quisieron alcanzar lo inalcanzable: la sociedad perfecta o un mundo de pura belleza.

Pero al buscar lo inalcanzable se alcanzan, a veces, niveles de heroísmo que, creo, son los grandes mitos modernos que tiene la humanidad. Es un tema que me fascinó desde que comencé a escribir, pero es verdad que, quizá, en los últimos años aparece más visiblemente en lo que escribo.

Usted abordó la violencia política en Historia de Mayta. Recientemente, la guerra contra el terrorismo es tema de muchos escritores peruanos. ¿Piensa abordarlo?

Ya no me atrevo a hacer este tipo de pronósticos. De repente te encuentras con un tema tan estimulante que te empuja a hacer algo que nunca pensaste hacer.

Tengo muchos proyectos –espero tener tiempo de realizarlos todos– y siempre estoy abierto a lo sorpresivo. Es tan bonito encontrar de pronto algo que te estimula mucho.

Por ejemplo, la novela que estoy escribiendo. Nunca hubiera pensado escribir algo sobre Casement, un personaje vinculado al independentismo de Irlanda, al Congo y, sin embargo, me encontré con él y, poco a poco, me fui embarcando.

Eso demuestra que uno no elige sus temas con toda serenidad. En cierta forma, los temas lo eligen a uno. De pronto, un tema tiene que ver con cosas íntimas que te remueven. No parece que fuera un acto completamente racional.

Es como enamorarse.

Como escritor, ha 'canibalizado’ su vida. Hay un texto en el que dice que, de alguna manera, vive para luego contarlo. Las experiencias que inspiraron La ciudad y los perros sucedieron 10 años antes de que la escribiera, lo mismo con La tía Julia y el escribidor. ¿Hay alguna distancia literaria?

Es verdad que en todos esos casos he usado mucho mi experiencia personal. Pero en otros ha sido muy indirecta: lo de Roger (Casement) lo conocí a través de lecturas y, luego, hice investigaciones; aunque he vivido la dictadura como todo latinoamericano, no he vivido una como la de Trujillo.

Creo que todos los novelistas usan su experiencia, su memoria, como materia prima para la imaginación. Pero también creo que la memoria solo puede ser un punto de partida porque, si uno no tiene libertad para manipular el recuerdo con entera libertad, transformándolo en algo distinto, entonces no hace literatura; hace un documento muy personal, íntimo, que puede tener interés como documento, pero que no es una obra de creación.

La literatura consiste en crear un mundo independiente del creador, capaz de parecer autosuficiente, de romper completamente ese cordón umbilical con quien lo creó.

Usted renovó el panorama con sus técnicas en la escritura. ¿Cree que ya está todo dicho en cuanto a técnicas, que hemos caído en un letargo?

No. Nunca está todo dicho porque, si no, la literatura moriría. Y eso no puede ocurrir porque la literatura tiene que ver con la vida, y la vida evoluciona, cambia, dentro de una cierta permanencia, pero con circunstancias que cambian extraordinariamente.

Lo que hay hoy en día es, quizá, menos pirotecnia. La técnica es menos visible. Pero creo que, desde siempre, mientras más eficaz es la técnica, más invisible, a no ser que sea eso lo que quieras contar. Pero, normalmente, lo que quieres contar en una novela es una historia.

Y esa historia es mejor contada mientras menos visible sea la técnica que la sustenta. Me parece que es Borges quien lo dice: cuando uno es joven, piensa que una cierta oscuridad es garantía de profundidad y de complejidad; luego, cuando vas creciendo, vas descubriendo que lo más difícil de alcanzar y el mejor logro es la claridad.

Ortega y Gasset decía que la claridad era la cortesía del filósofo. Yo creo que también es la cortesía del novelista.

Usted habla con cierto pesar de que los novelistas de ahora no tienen las ambiciones de antes...

Eso creo que es verdad, y creo que responde a la cultura de nuestro tiempo. La civilización de nuestro tiempo busca fundamentalmente el entretenimiento y la diversión.

Es muy frívola. Es lógico que tenga tanto éxito una literatura leve, amena, ligera, a veces brillante, pero una que no busca complicar la existencia a nadie ni dar dolores de cabeza sino divertir.

Hay magníficos escritores light. Pero creo que esa es una presión que la civilización de nuestro tiempo ejerce sobre la literatura y la cultura. Hay excepciones, y creo que son las más interesantes.

Hace poco se publicó en Arkinka una conferencia suya, La civilización del espectáculo. Su pensamiento es liberal, pero al hablar de arte le disgustaba que, por ejemplo, se pagaran precios exorbitantes por obras que consideraba de poca calidad.

Que haya elecciones libres es fundamental, pero eso no significa que las decisiones tomadas sean acertadas. Los pueblos se equivocan y eligen muchas veces lo peor. Y ocurre lo mismo con los lectores.

¡Hombre, hace poco acabo de rendir un homenaje a Corín Tellado! No porque me gustaran sus novelas –que nunca leí ninguna porque estoy seguro de que no hubiera pasado de la primera página– sino porque me sorprendía que mucha gente que nunca hubiera leído nada leyera sus libros.

Desde luego, preferiría que leyeran a los grandes escritores en lugar de a ella. Pero un género en el que esto ha llegado a la absurdidad total es la plástica.

Ahí, la posibilidad del embauque es infinita porque no hay valores reconocibles; todo puede ser bueno y todo puede ser malo, depende exclusivamente del mercado. Lo que paga el mercado del arte es lo que alguien está dispuesto a pagar.

Eso es libre mercado... Sí, eso está bien. Pero eso no presupone nada sobre la calidad. Hay un valor de mercado de las obras de arte y uno intrínseco, estético.

El divorcio en el caso del arte es el más grande que ha conocido la historia. En los momentos ideales, ambos valores se han fundido.

En el siglo XIX, ¿cuáles eran los escritores más vendidos? Los mejores. En América Latina se pudo decir lo mismo en cierto momento, nunca se leyó tanto una obra maestra como Cien años de soledad. Y eso se acabó.

Usted escribió sobre su descubrimiento de Frida Kahlo. Cuando existían consensos sobre el buen arte, Frida era considerada una mala pintora.
Sí. No lo era. Y fue una gran falla. Pero ella tampoco tenía ningún interés en ser reconocida. Ella era una gran artista, pero de aquellas que se inmolaban. Hay escritores que eran así, como Kafka.
No le interesaba ser reconocido, ni siquiera publicar. Siempre ha ocurrido, pero nunca a los niveles de nuestro tiempo, y creo que tiene que ver con la naturaleza de la civilización en que vivimos.
Hablemos de las viudas. Se acaba de editar un libro con textos inéditos de Cortázar. ¿Qué opina?
Hay viudas y viudas –y, también, viudos y viudos–. No he leído el libro de Cortázar, pero no tengo duda de que esa edición es absolutamente respetable porque la ha hecho Aurora Bernárdez, una mujer extraordinaria. Es una de las mujeres más inteligentes que he conocido y una de las lectoras más lúcidas.
Yo siempre creí que Aurora había decidido no escribir porque quería que en esa pareja hubiera un solo escritor. Pero, cuando oía conversar a Julio Cortázar y a Aurora, era difícil decir quién era más inteligente, quién decía cosas más brillantes, quién había leído más y quién había leído mejor.
Para mí, es uno de los espectáculos de inteligencia que más me ha sorprendido en la vida. Tanto que yo bromeaba alguna vez diciendo que ellos ensayaban antes sus conversaciones. Esa selección estoy seguro que está hecha con rigor y respeto, desde luego, por Cortázar y por la literatura.
Hay viudas o viudos que explotan de una manera ya innoble publicando cosas que el autor jamás hubiera permitido que se publicaran. A mí me parece una inmoralidad publicar algo que no contribuye a la imagen del escritor sino que, más bien, la empobrece. Eso es criticable. Pero que se publiquen inéditos, si son interesantes, en buena hora.
¿Qué ha dispuesto usted en su caso?
Espero no dejar inéditos. Se publicarán cartas mías, pero he sido tan mal corresponsal… es el único género que no he cultivado (ríe). De manera que nunca verán muchas para publicar. Además, la mayor parte de mis cartas la escriben las secretarias.
Sé que muchos de ustedes han leido, algunos por obligación en el colegio y la universidad, sus obras, que llevan una marca especial que siempre nos ha conducido a una segunda hasta tercera lectura. Podemos citar, Conversaciones en La Catedral, La Tía Julia y el Escribidor, La Fiesta del Chivo entre otros.
En fin, mis queridos amigos y amigas, los dejo y espero sus comentarios (No sean flojos) cesarmaritiniraul@yahoo.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto de qué vivirá Chávez una vez que expropie a todo el capitalismo. Tal vez lo veamos huyendo hacia Cuba...

Saludos
PLPLE

Alberto Paz dijo...

Mario Vargas es un sujeto sin Patria...su niñez la vivió en Bolivia ...su juventud y su madurez en el extranjero (España, USA, y resto de Europa ) ..cuando postuló a la Presidencia se creía fijo..pero un hijo de japoneses le ganó..desde allí..el pobre Marito mastica su odio y rencor..porque sabe muy bien que jamás será Presidente del Perú....por eso aborrece a los fujimoristas..recordemos también que Marito Vargas Llosa..fué encubridor de la mayor matanza de periodistas en la historia (Uchurajay)...presentando un informe ridículo que encubría a los verdaderos asesinos de los periodistas...todo por proteger a su paisano..Fernando Belaúnde.Ahora el pobre Marito ataca a Fidel Castro... despues que hace unos años lo cargaba en hombros..si tanto se preocupa por el Perú nuestro amigo Vargas Llosa ¿porque no viene y se enfrenta a Keiko en las elecciones?..Marito sabe que nadie votaría por él porque el pueblo peruano lo desprecia. El pobre escritor va errante por el mundo, con la nacionalidad española a cuestas y sabiendo que el pueblo Peruano lo desprecia.