miércoles, 6 de mayo de 2009

... BATALLA EN LAS INTERNAS DEL APRA?


Las elecciones internas del APRA previstas para el próximo domingo 24 de Mayo ha desatado una guerra interna de padre y señor mío, tanto así que el propio Armando Villanueva del Campo tomó partido por el jefe de COFROPI, Omar Quezada, y hoy el propio Secretario General, Mauricio Mulder Bedoya, acaba de decir que la posición de Armando es su posición y significa UN VOTO.
Así de simple y sencillo: ARMANDO SOLO SIGNIFICA UN VOTO, porque el APRA es un partido democrático que definirá en las urnas quienes serán sus dirigentes.
¡Toma mientras!
La mayoría aprista sostiene que la disputa por la Secretaria General será entre Jorge Del Castillo, ex premier, y Omar Quezada, jefe de COFOPRI y dicen que cuenta con el aval de Alan García, los demás (Wilber Bendezú, Salgado, Roca y otros) harán acto de presencia.
Se entiende que la competencia, si es que se decide Del Castillo, será entre dos posiciones bien definidas: Aquellos que respaldan una renovación real y efectiva bajo el liderazgo de la trayectoria y peso de Del Castillo o la de Quezada que es dar chamba a los compañeros desocupados y que votarían por su candidatura.
Además le cayó muy, pero muy mal a Quezada la última encuesta de la Universidad de Lima en que no figura ni como candidato ni mucho menos como un líder conocido y reconocido por las bases apristas.
Es cierto que no hay que parcializarse ni con uno ni con otro, pero lo cierto que estas elecciones resultan por demás interesante debido a que el nuevo secretario general del partido más organizado del Perú tendrá un rol protagónico en las elecciones regionales, municipales y, por supuesto presidenciales del 2011.
De otro lado, Armando Villanueva del Campo ayer también se dio tiempo para oponerse a la campaña "Un aprista un voto", promovida por un sector del aprismo y que hoy en la columna de Juan Paredes Castro, editor político del diario "El Comercio", expresa un punto de vista que amerita una buena lectura.
El orden de la carreta en el Apra
Por: Juan Paredes Castro

No es la primera vez que el Partido Aprista intenta dar rodeos en el camino en busca de una renovación interna, inclusive generacional.

Su propio líder actual, el presidente Alan García, fue en su momento la punta del iceberg de un proceso de cambio profundo, más anunciado que real, que no llegó a cuajar.

La más grande ironía de este partido radica precisamente en haber llegado por segunda vez al poder sin tener que marchar previamente por un cambio estructural, jalonado únicamente por el brusco viraje de García hacia posiciones que él recusó en otro tiempo, como la del libre mercado y la irrestricta inserción del Perú en el globalizado mundo del comercio, las inversiones y las finanzas.

Esto es lo que ha hecho que aquí y en el resto del mundo García sea visto en la esquina de la centroderecha (que no lo incomoda en absoluto) y cada vez más lejos de su esquina original de centroizquierda (de la que prefiere guardar sus mejores identidades y lecciones)

Ahora, el García de comienzos del siglo XXI, radicalmente distinto del García de finales del siglo XX, y absorbido como vive en sus tareas de Estado, ¿tendrá el tiempo, las ganas y las energías de ocuparse de la suerte interna de su partido, como no se ocupó durante su primer gobierno?

De ahí que el Apra, antes de decidir un cambio interno, tendrá que ver si este es posible en los meses que siguen o más adelante, entre el 2011 y el 2016, cuando García se haya liberado del poder y esté dispuesto a propiciar o a arbitrar la tantas veces soñada renovación aprista.

La otra alternativa es que García haya llegado a la casi imposible conclusión de dar un paso al costado en el liderazgo principal del Apra, para dejar que elecciones libres y democráticas en y desde las bases del partido determinen una nueva organización y un nuevo perfil de cuadros directivos, con la capacidad de ofrecer, de verdad, “un rostro diferente para un país diferente”.

La disyuntiva para el Apra consistirá entonces en ir rápidamente a un cambio generacional en su cúpula (de cuarentones en la base cinco) impuesto o consultado desde arriba o marchar, cambiando el orden de la carreta, a elecciones internas, en las que la consigna democrática de “un aprista un voto”, imponga un verdadero punto de quiebre en la vida de esta institución política.

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