martes, 26 de mayo de 2009

KEIKO EN SU LABERINTO: NO SABE COMO?

El duelo que sostienen los fujimoristas y los periodistas del diario "La República", están arrinconando a la hija de apá, Keiko Fujimori Higuchi, de tal manera que ella misma se ha metido en un laberinto de cifras y testimonios que se contradicen con ella misma.
Así es. La opinión pública asiste a una polémica de alto voltaje donde apreciamos a una robusta Keiko versus los robustos periodistas comprometidos con la lucha contra la corrupción más impresionante en la historia republicana del Perú.
Diariamente, La República nos regala unas portadas para la historia clínica de la política peruana, como para que nuestros sicoanálistas se metan a reflexionar el grado las causas que originan la conchudez, la sinverguenzería y la soberbia en un grupo político que cree que los peruanos somos, como ellos les encantaba esa famosa frase "caídos del palto".
Así que el tiro le salió por la culata a la hija de apá que con soberana soberbia se presento ante la prensa y dijo "su verdad", que hoy es desmenuzada palabras tras palabra y cifra tras cifra que solo amerita que la Fiscalía de la Nación, la SUNAT y los órganos de control del Estado sometan a una investigación seria y con el debido proceso a los ingresos del sátrapa Fujimori que permitió pagar la formación profesional de sus hijos.
Es por eso que deseo dejarlos con dos encantadores artículos, uno de Mirko Lauer y el otro de Angel Páez, que nos proporcionan información privilegiada en cuanto a estos "chinitos" que se la llevaron en camiones:




Los Fujimori, todavía 100% investigables


Por Mirko Lauer


Ya hay pedidos a la fiscalía para que investigue con qué dinero fueron educados los jóvenes Fujimori en los años 90. El tema dormía en el olvido hasta que, en una ilustración de lo que significa escupir al cielo, a la candidata se le ocurrió exigirles más transparencia a los demás políticos.


La saga de los 10 años en el poder de la familia Fujimori todavía tiene abundante material para la investigación. Solo el contenido y destino de las 40 maletas con que fugó Alberto Fujimori a Japón en el 2000, material robado en parte al domicilio del socio Vladimiro Montesinos, daría para un librito.


¿Qué traía el prófugo en esas alforjas? Hay más de una versión: efectivo y oro en barras, testimonios grabados que lo incriminaban y que en su huida ya no tuvo tiempo para destruir, documentos comprometedores para otras personas, información de especial interés para el Estado japonés. La lista puede seguir.


Quizás la eclosión de denuncias presentadas y judicializadas que rodeó a la extradición de Fujimori produjo la momentánea, y errónea, impresión de que en estos temas ya todo estaba investigado. Pero el paso del tiempo, y los enigmas universitarios, están abriendo un apetito por conocer más.


No todo son secretos en esta historia. También hay escándalos, semi-escándalos o cuasi-escándalos que en los años 90 despertaron curiosidad e indignación, y que fueron opacados por otros mayores, o por lo menos más vistosos. La suma de estos casos daría para un grueso volumen de sorpresas.


La peripecia del amigo presidencial Augusto Miyagusuku en la presidencia de la aseguradora Popular y Porvenir, para citar un solo caso en el mundo financiero, superaría con creces varios prominentes escándalos de estos días, si hubiera una voluntad de seguir escarbando.


La historia de la hermana Rosa y del cuñado Víctor Aritomi, prófugos en el Japón, también merecería mayor investigación. Debemos suponer que con cada año que pasa se va haciendo más fácil buscar en ese país, y en otros, la verdad sobre un lustro de buena vida de la familia Fujimori sin fuentes de financiamiento conocidas.


Una de las habilidades de Alberto Fujimori fue para la mentira al paso: una explicación rápida y apenas verosímil para tranquilizar a quienes entonces no deseaban saber mucho más que eso. La falsa intoxicación por bacalao lanzada en la campaña de 1990 fue la primera, pero no la última ni la mayor de sus mentiras.


La amnesia nacional frente a la historia de Fujimori en el poder y después les resulta indispensable a todos los que hoy hacen política en su nombre, pero sin la menor disposición a reconocer que son también los herederos de su más que turbia ética pública y privada.




Las inconsistencias en la versión de la congresista Keiko Fujimori justifica la investigación de las autoridades sobre el financiamiento de sus estudios.


Ángel Páez.



En su defensa, la congresista Keiko Fujimori Higuchi afirma que son tres las principales fuentes de financiamiento de sus estudios y los de sus tres hermanos en universidades estadounidenses:


(1) los US$ 400 mil de ahorros que guardaban sus padres cuando Alberto Fujimori comenzó a gobernar, en 1990;


(2) los US$ 120 mil que le prestó su tía Rosa Fujimori de Aritomi a su progenitor Alberto Fujimori y que este devolvió en 1998; y


(3) los US$ 669 mil 500 que ganó Fujimori por la venta de un terreno en la calle Pinerolo, en Monterrico, Surco.


“Si sumamos todo, da más de un millón de dólares (US$ 1 millón 219 mil 500), lo que sustenta y solventa absolutamente por casi el doble los gastos originados por los estudios que fueron por (un total de) 556 mil dólares”, dijo Keiko Fujimori en la conferencia de prensa en el Congreso.


Pero las matemáticas fujimoristas tienen un problema con la realidad.


Peor aun, la candidata naranja no ha proporcionado un solo documento que demuestre que dicho dinero ingresó en la cuenta de alguna de las universidades en las que se graduaron ella y sus hermanos.


1. ¿De dónde salieron los US$ 400 mil?


De acuerdo con los reportes de la Superintendencia de Administración Tributaria (Sunat) y de los bancos donde Fujimori tenía cuentas al momento de comenzar su gobierno, no acreditan ingresos que justifiquen ahorros de US$ 400 mil y mucho menos aparece consignada dicha cifras en cuentas de ahorros.


“Mi mamá me dijo que sus ingresos superaban los US$ 400 mil”, expresó.


Keiko Fujimori afirmó que buena parte de los US$ 400 mil eran producto del negocio inmobiliario de sus padres.


Sin embargo, parece que este no les proveía de demasiado dinero, porque entre 1992 y 1999 Fujimori declaró a la Sunat 79 mil soles como ingreso por el alquiler de viviendas.


Pero hay algo más contundente. El 23 de abril de 2001, Susana Higuchi declaró ante las autoridades que no aportó dinero para la educación de sus hijos en el extranjero. Un testimonio que contradice a Keiko Fujimori.



Tenemos que observar detenidamente las cifras para que Keiko nos nos pasee

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